abril 20, 2010

Día de la Lucha Campesina


17 de abril Día de la Lucha Campesina
Norma Giarracca
En esta fecha se recuerda el Día de la Lucha Campesina porque en la localidad de Dorado Das Carajás en Brasil, un 17 de abril de 1996, trabajadores sin tierra fueron masacrados en una situación aún sin resolver en términos judiciales. A partir de allí, Vía Campesina, la federación de miles de organizaciones de pequeños agricultores del mundo, recuerda la fecha como el día de la lucha por la tierra, para recordar a los 19 “sin tierra” masacrados y con ellos hacer presente la actualidad de esa búsqueda de una vida digna.
Vía Campesina, una de las organizaciones internacionales más tenaces en su lucha y en sus ideas, es la que pone sobre la agenda pública mundial esos problemas que el capitalismo del “agronegocio” oculta como cuestiones ajenas. Nos dice, por ejemplo: la tierra es para producir alimentos y no debe estar concentrada en pocas manos; las semillas y la biodiversidad deben ser patrimonio de la humanidad; la mejor riqueza de la humanidad es la diversidad biológica y cultural (que van juntas), etc. En 2009 llevó a Copenhague otra de sus ideas simples y potentemente transformadoras: “Los campesinos podemos enfriar el planeta”. Y, en efecto, si fueron capaces de mantener los recursos para esta y las próximas generaciones, no dudamos de la capacidad de utilizar las energías limpias capaces de contribuir a limitar el recalentamiento mundial. Es decir, la propuesta de Vía Campesina se base en otra manera de concebir el mundo, de producir, de alimentar, de cuidar los recursos, el planeta y el futuro. Vía Campesina y las propuestas de los mundos indígenas piensan no sólo para este presente sino para muchas próximas generaciones.
Desde hace años ha quedado claro que Vía Campesina es una opción “decolonial” (Walter Mignolo), es decir una serie de modos de mirarnos y mirar al mundo recuperando los significados apropiados por el usurpador territorial y enlazándolos en nuevas tramas y configuraciones de sentidos. Esas tramas son globales (“globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza”) pero no tiene pretensión universal como las propuestas del mundo occidental moderno; saben de los particularismos de cada territorio, de los diferentes senderos de cada nación. Tampoco Vía Campesina propone un “proyecto” (en el sentido moderno) para el mundo. Recuerda nuevamente lo que importa, desactiva el “epistemicidio” producido por los llamados conocimientos científicos para el agro (“tecnociencias”) y recupera los saberes que habilitan la recuperación de la tierra y la pone al servicio de la producción alimentos para todos.
Por eso luchan los campesinos y esas acciones se dan en distintos niveles: la recuperación de la tierra apropiada por la lógica del puro negocio (“agronegocio”, y otras actividades extractivas) para destinarla a la “soberanía alimentaria” (es decir pueblos sin pobreza, miseria, indigencia y niños desnutridos); en lo jurídico para que se reconozca el derecho de la “tierra común” (como con los indígenas); en lo epistemológico para recuperar los conocimientos ancestrales que permiten articular distintos modos de conservar la salud, la alimentación, la cultura, etc. Y en esas luchas se encuentran no sólo con las comunidades aborígenes (con quienes comparten no sólo historias y territorios) sino con una parte importante de los habitantes de este planeta (este país incluido) que llevan adelante otras luchas “decoloniales” tan importantes como estas. Luchas que se orientan a que nos miremos en un espejo en el que nos reconozcamos, que seamos “nosotros” y no esas imágenes al que el promesante “desarrollo” hace siglos, dice conducirnos. En este año del Bicentenario es importante recordar quiénes somos, de qué procesos de aniquilamientos y “epistemicidio” venimos y hacia dónde queremos ir. La lucha campesina de la Argentina (junto a muchas otras) contribuye a ello.

Socióloga. Titular de Sociología Rural e Investigadora del Instituto Gino Germani-UBA.

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